sábado, 18 de julio de 2009

FERNANDO LUGO O EL IMPOSIBLE REGRESO DEL RIDÍCULO

Se dijo muchas veces que del único lugar de donde el político no vuelve es del ridículo, y es precisamente ese camino imposible el que Fernando Lugo pretende emprender.

Fue ridículo decir que era izquierdista, para acabar nombrando un gabinete dominado por agentes de la embajada norteamericana, e inaugurar su gestión con un escándalo anti-sandinista coordinado por la agente del NED Gloria Rubín.

Necesitará mucho ingenio, obligadamente, para no aparecer en forma permanente en ridículo, y para que cada frase que diga no sea tomada en sorna.

Dijo Napoleón que de lo sublime a lo ridículo hay un solo paso, y Lugo lo confirmò con el desplome de sus mentiras, que en pocas horas fueron acompañadas por el desplome de su popularidad en las encuestas.

La caída fue de 16 puntos en pocas horas, y se sumò a los treinta puntos anteriores acumulados por el desgobierno, ineptitud y escándalos previos.

Quien se presentara como paradigma de honestidad, acabó dirigiendo una gavilla de contrabandistas y nombrando a un criminal condenado por la justicia como jefe de inteligencia de la Fuerza Aérea, para desde allí hacer su trabajo.

Quien se presentara como apostol de la bondad y respeto a los derechos Humanos, terminó desatando una brutal represión en varios operativos militares como el Jeroviaha, sólo para complacer a la embajada norteamericana y beneficiarse de la ATPDA.

Quien se presentara como un impoluto referente de la moral pública, acabó ridiculizado como padre irresponsable, abusador de menores y aprovechador de jovencitas indigentes.

Si en los hombres no aparece el lado ridículo, es que no lo hemos buscado bien, dijo.François de la Rochefoucauld, y lo confirmò Fernando Lugo.

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