lunes, 22 de febrero de 2010

La tragicomedia del cura Fernando Lugo y su torpe izquierda

El hambre suele producir poemas inmortales. La abundancia, únicamente indigestiones y torpezas. Hippolyte Adolphe Taine, historiador francés

La torpeza de la izquierda angurrienta y amoral que sigue aferrada al cura con hijos, Fernando Lugo, quedó al descubierto ya durante la campaña electoral, cuando dispersaron sus votos en infinitas listas de candidatos, terminando atomizados y neutralizados entre sí al no poder alcanzar la mayoría de sus postulaciones los votos requeridos para ingresar al Congreso.
Eso luego de haber alegado razones de coyuntura para establecer una gelatinosa “alianza nacional” con los sectores más retardatarios de la sociedad paraguaya, y haber camuflado en su abigarrado espectro ideológico a la mayoría de los testaferros a través de los cuales Estados Unidos tiene atrapada a la sociedad paraguaya en su telaraña imperial.
Luego del triunfo electoral, los sectores de mayor peso mostraron sus garras.
A nadie en Paraguay escapó jamás que Lugo gozó con fuerte respaldo empresarial, de la prensa mediática de derechas –entre ellas la vinculada a la secta Moon-, de grupos neoliberales pitiyanquis de los partidos colorado y liberal, e incluso los más recalcitrantes panegiristas del desaparecido dictador Alfredo Stroessner.
Las voces que con más fuerza hoy se levantan contra Lugo provienen de la derecha y de los conservadores, es cierto, pero también es cierto que estos son los grupos cuyo apoyo resultó más decisivo para su éxito electoral del 20 de abril del 2008.
Uno de los errores más costosos de esta torpe izquierda fue apostar a que la credibilidad de su líder arzobispal era inagotable.
Hoy la imagen del cura con hijos está tan devaluada, que ni siquiera vale la pena discutirlo.

EL PARTIDO LIBERAL,
EL GANADOR DERROTADO

Aunque el fin de los 61 años de hegemonía del aparato clientelista del estado teñido del signo político colorado ha tenido diversas interpretaciones, y complejas y múltiples causas, es imposible restar méritos a la estrategia y la actitud de la dirigencia y el electorado del Partido Liberal.
Superando a las propias limitaciones y a la misma historia, fueron sus dirigentes quienes con estoicismo y el espíritu templado, soportaron la conducta anárquica del abigarrado conglomerado de aliados, inclusive con la grandeza de no excluir a quienes restaban más votos de los que sumaban.
Uno de los primeros errores de la torpe izquierda del cura Lugo fue subestimar al vicepresidente Federico Franco, a quien pretendieron devaluar y guardar en el Freezer. Con unas pocas declaraciones en los medios, Franco demostró cuánto daño era capaz de hacer a sus torpes adversarios internos dentro del gobierno luguista.
Con su proverbial torpeza y agresividad, los seguidores de Lugo pensaron que las fricciones constantes con el vicepresidente Federico Franco podrían acabar acusándolo de opositor y “traidor”, estrategia que surtió efecto contrario pues las escaramuzas verbales se multiplicaron y el gran perdedor resultó ser el presidente Lugo, quien transmitió la imagen deplorable de un gobierno en el cual ni el presidente y su vice pueden ponerse de acuerdo.
Tras haber malogrado una magnífica oportunidad electoral para el socialismo dispersando votos por vanidad y egolatría, la torpe izquierda ensotanada demostró cuán grande mentía cuando afirmaba en la campaña electoral que su principal compromiso era con la patria, que de ser sincero hubiera implicado no comprometer el futuro del país y dejar gobernar al partido Liberal.

AGREDIENDO A LOS ALIADOS

Al final, la torpe izquierda luguista decidió deshacerse de sus adversarios ideológicos dentro de su propia alianza sin medir correctamente sus fuerzas, e inició una tormentosa relación con la prensa, acusándola de responder a intereses de grupos nostálgicos que se oponen al proceso de cambio. Un alejamiento total de los periodistas fue la solución que le dieron sus torpes asesores, obligándolo a romper todo vínculo con los medios de comunicación, aún los que fueron fundamentales para su malhadado éxito electoral, como el diario ABC color, del cual fue un eco fiel durante su campaña electoral.
Tras enfrentar a varios de sus más importantes aliados, entre ellos el influyente senador Alfredo Jaeggli, la torpe izquierda luguista también se enfrentó al pleno del Congreso al que intentó devaluar con denuestos verbales y vilipendios, recibiendo como única respuesta un certero y doloroso recorte presupuestario contra el cual no encontró forma de reaccionar.
Como telón de fondo, la lucha verbal contra el vicepresidente y entre los mismos sectores izquierdistas entre sí terminó de pintar el más deplorable cuadro de lo que no debería suceder jamás en un gobierno que se precie.

LA GUINDA DE LA TORTA,
EL FUJIMORAZO JUDICIAL

El Fujimorazo judicial de noche vieja fue la guinda de la torta al festival de torpezas. En opinión del ex presidente Nicanor Duarte Frutos, los ex ministros prometieron sumisión a Lugo a cambio de que éste los apoye "con el juego perverso" de los miembros de la Sala Constitucional.
"Fue embestida de Lugo para contar con dos ministros de la Corte. Lo hizo al no poder por vía de la institucionalidad y de un acuerdo político, pero fue una embestida con una consecuencia bastante grave para él y para el país", opinó Duarte en su sitio web.
Según el enconado adversario del cura con hijos, "Lugo se jugó su última carta, pero una vez más su inexperiencia política, su incapacidad de entender el entramado complejo del poder, lo llevan a asumir una posición de desconocimiento”. Tras arrojar la piedra, como en otras veces, el obispo escondió la mano y decidió desenterrar el discurso de la división de Poderes, y apelando una vez más a su política de prestigio vaciado y hueco, pidió anular el fallo.
Una vez más arrojó a los leones a sus encomenderos y tomó distancia, recordando lo apuntado por el novelista francés Marcel Pagnol, quien decía que si no se puede hacer trampas con los amigos, no vale la pena jugar a las cartas.

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