viernes, 18 de marzo de 2011

Fernando Lugo y el dueño de la Historia en el aniversario de My Lai

Buscando por enésima vez confundir a la opinión pública, el dúo conformado por el empresario de medios Aldo Zucolillo y el cura presidente de Paraguay Fernando Lugo han decidido reabrir la polémica de la intervención estadounidense en Vietnam, uno de los capítulos más infames de la historia de la humanidad.
Las fechas no podían ser más significativas, dado que esta semana se cumplirán 43 años de la célebre masacre de My Lai, perpetrada el 16 de marzo de 1968 por tropas estadounidenses contra civiles vietnamitas, con el saldo de 500 mujeres, niños y ancianos indefensos asesinados.

Es evidente que el cura no desea perder su cartel de falso izquierdista, y su prensa filtró un mensaje crítico a la intervención imperialista en Indochina, para que sus publicistas desentierren su fraudulenta posición contraria a Estados Unidos utilizando un tema histórico superado, al decir de la misma embajadora norteamericana en Paraguay, conciente de que un debate sobre Vietnam es siempre inconveniente a su país.

Quizás, a pesar de todo ello, la situación se revierte en Paraguay, donde el deseo de ciertos políticos de destacarse en las noticias, y el servilismo imperante en el periodismo, hacen que una ignominiosa intervención imperialista condenada por casi toda la humanidad se transmute en una heroica gesta de las armas norteamericanas.

UNA SEGUNDA GUERRA CIVIL
Dijo el escritor estadounidense David Halberstam que Vietnam nunca desaparece para los norteamericanos. “Hay personas que lo critican o lo califican como nuestro mejor momento.

Todo el mundo en este país siempre va a tratar de usarlo por motivos partidistas y dominarla. Es la segunda guerra civil de Estados Unidos. Es, en realidad, nosotros contra nosotros”.

Filmes como “Apocalipsis now” presentaron visiones oníricas de una guerra que padecía locura homicida, en surrealistas y alucinantes visiones sobre las alucinaciones estadounidenses relativas al poder. En las torcidas bravuconadas y la zambullida en la megalomanía, en la chocante masacre de los campesinos en el sampán y en la carnicería desatada se observan las consecuencias de una política imperialista sangrientamente enloquecida.

La imagen de la niña vietnamita Phan Thi Kin Phuc, de nueve años, quemada por el NAPALM conmocionaba al mundo entero. La fotografía había recibido un premio Pulitzer en EUA, como si las conciencias genocidas hubieran sido mordidas por los ácidos de la culpa.

Las consecuencias de arrojar agente naranja para destruir selvas o agente blanco para privar a los vietnamitas de alimentos destruyendo cultivos de arroz, aún tienen sus consecuencias en Indochina, así como entre los veteranos estadounidenses de la guerra que sufrieron tipos raros de cáncer, esclerosis múltiples, defectos congénitos de sus hijos y afecciones de la piel.

También víctimas del horror, entablaron demandas contra las empresas fabricantes de las letales sustancias, Monsanto y Dow Chemical, las mismas que hoy imponen su modelo agrícola en Paraguay y venden derivados de estos coadyuvantes al genocidio de Indochina a los traficantes de granos transgénicos que dominan hoy la economía de Paraguay.

MATANDO PAREJO CON GAS NEUROTÓXICO
My Lai fue un escándalo mundial que sacudió a Estados Unidos, donde se alzaron las voces más críticas dentro del mismo pueblo norteamericano. El 16 de marzo de 1968 las tropas de Estados Unidos emprendieron un ataque en la región de Son My en la búsqueda de vietcongs. El teniente segundo William Laws Calley y su sección le fueron asignados a la zona My Lai 4 , en una de tantas operaciones de «búsqueda y destrucción» propias de laGuerra de Vietnam.

Al llegar a la zona de aterrizaje los helicópteros dejaron a los soldados y se desplazaron a la posición de espera. A lo largo de cuatro horas, Calley y sus hombres violaron a las mujeres y las niñas, mataron el ganado y prendieron fuego a las casas hasta dejar el poblado arrasado por completo. Para terminar, reunieron a los supervivientes en una acequia. Los pilotos y artilleros vieron cómo Calley disparó su arma contra ellos y ordenó a sus hombres que hicieran lo mismo hasta matar a todos los habitantes de la zona (es decir, ancianos, mujeres y niños). Por «defectos» en la investigación, no se sabe la cifra exacta de asesinados, pero se estima que debió estar entre 347 y 504.

Por semejantes atrocidades, el principal responsable apenas purgó tres años de prisión domiciliaria, para luego ser indultado por el presidente Richard Nixon.

MATANDO PAREJO CON GAS NEUROTÓXICO
Aunque My Lai es el episodio más conocido, las incursiones en Laos y Camboya que lanzaba Estados Unidos no eran menos brutales. Se utilizaban gases tóxicos contra civiles, desertores del ejército y combatientes vietnamitas y laosianos. Se ha documentado que ello se realizó en no menos de 20 veces durante el conflicto.

Fue particularmente dramática la utilización de terribles armas químicas contra una aldea cercana al pueblo laosiano de Chavan, a unos 100 kilómetros de la frontera con Vietnam, en un operativo para aniquilar desertores en septiembre de 1970. Para ello se utilizó un equipo de aniquilación que llegó desde Dak To (Vietnam) el día 11, con 16 boinas verdes y 140 mercenarios montagnard. Atacaron el 14 y según el teniente Van Buskirk, que dirigía el grupo, “había orden de matar parejo a todo ser vivo, si respiraba, orinaba o cagaba, había que matarlo”.

Fueron, pues, por la aldea tirando granadas en cada casita y acribillando a todos.
Van Buskirk también relata que vio a dos hombres blancos. Le pareció que eran desertores norteamericanos, tenían pelo largo y unos 20 y tantos años. Uno de ellos gritó “Ocúltense!” y se metieron a un túnel, al cual se arrojaron granadas de fósforo blanco para eliminarlos. “Se sobreentendía –testimonió Van Buskirk- que si uno estaba convencido sin lugar a dudas que había detectado a un desertor, no era cuestión de capturarlo. Había que matarlo de plano”.
Esta incursión en Laos, el operativo Tailwind ocultado por 28 años, fue un crimen de guerra. Parte de un genocidio ignominioso, en el cual no sólo se violó el Protocolo de Ginebra que Nixon acababa de firmar, también se perpetró un operativo secreto contra un país neutral, como parte de una amplia guerra secreta de las fuerzas especiales y la CIA.

UNA POLÉMICA INCONVENIENTE
Dijo el cómico estadounidense Bob Hope en una oportunidad, en una demostración magistral de humor negro, que la guerra de Vietnam fue el más bello proyecto de remoción de Villas miseria de la historia. Lo que para el comediante era un chiste, es tomado muy en serio por el dueño de la verdad y de la historia en Paraguay, además de ideólogo del cura Fernando Lugo, el empresario de medios Aldo Zucolillo.

Para comprobarlo, este abogado de lo más atroz del imperialismo ha movilizado a sus escribientes y corifeos para avivar las llamas de una polémica absurda, cuyo eje central gira en torno a una inútil e inconveniente defensa de la intervención norteamericana en Vietnam, por parte de la clase política y el periodismo lacayuno de Paraguay.

Tal vez se el único país del mundo donde Estados Unidos pueda afrontar una polémica sobre tan urticante tema, que buscan por todas la formas ocultar y olvidar desde hace más de cuatro décadas.

De ser el caso, podríamos aplicar a Zucolillo y sus escribientes, sin temor a equivocarnos, la frase de que hay abogados tan derechos como un banano.

lunes 14 de marzo de 2011

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